En numerosas ocasiones hemos hecho mención sobre la importancia que tiene para nuestra empresa el decidir que estructura financiera nos conviene más. Es esencial llevar a cabo un análisis de la actividad de nuestra empresa para determinar cuáles son las necesidades a cubrir y no tener sorpresas en un futuro más o menos inmediato.
En primer lugar debemos pensar si queremos recursos propios o recursos ajenos. La diferencia es notable. Los recursos financieros de una sociedad los podemos obtener mediante recursos propios (equity) o recursos ajenos (deuda).
Si obtenemos recursos propios, estaríamos reforzando la posición financiera de la empresa, mejorando su solvencia, ya que los accionistas son los últimos en cobrar en caso de insolvencia. El lado negativo de reforzar el lado del “equity” o fondos propios, es que supone compartir la propiedad de la empresa con más accionistas. Es decir, tendremos más socios para lo bueno y para lo malo.
Por otro lado, si lo que incluimos es deuda, el hecho de pedir prestado recursos ajenos permite incrementar la rentabilidad de los recursos propios. A este hecho se le llama apalancamiento financiero.
¿Por qué incrementa la rentabilidad de “equity” o recursos propios el apalancamiento financiero?
Como hemos comentado, en caso de insolvencia, el último en cobrar será el accionista de modo que es el que mas riesgo asume. Esto provoca que la rentabilidad esperada del “equity” o del accionista, sea a su vez mucho mayor que el que nos va a exigir un prestamista como por por ejemplo, un banco que nos de financiación para la compra venta de empresas en Madrid o en cualquier otro sitio.
Imaginemos que un accionista exige a un proyecto un 15% de rentabilidad. Esto supone que cada euro que invirtamos en la empresa, debe generar, como mínimo ese 15%.
Imaginemos que tenemos una compañía que genera un ROIC (return on capital employed), de ese 15% que exigen los accionistas. Si financiásemos el 50% con deuda, por ejemplo con un coste del 5% de interés, el rendimiento real sería del 15% con lo que el accionista obtendría el 15% de la parte que ha aportado el más el 10% como diferencia entre lo que generan los recursos financiados con deuda (15%) menos el coste de financiar esos recursos (coste de la deuda al 5%).
La consecuencia es que el apalancamiento financiero incrementa la rentabilidad de los recursos propios. El inconveniente es que el banco no va a ser flexible a la hora de recuperar el capital y los intereses y el accionista sí. Si las cosas van mal, el accionista siempre puede renunciar a los dividendos, pero el banco no.
Por eso, la estructura de capital que elijamos a la hora de financiar nuestra empresa en Madrid o en cualquier otra ciudad de España, debe tener en cuenta la volatilidad de los flujos de caja futuros. A mas volatilidad, mas riesgo y mas prudencia a la hora de apalancar la compañía.
Una vez explicado esto, vamos a resumir los tipos de financiación a los que podemos optar:
Financiación mediante recursos propios (accionistas):
- Capital semilla o arranque.
Es un tipo de financiación en los que el accionista aporta dinero para invertir en proyectos que están en una etapa muy temprana de lanzamiento. En ocasiones es poco mas de una idea con lo que el riesgo que asume es muy alto.
- Capital Riesgo.
Se denomina “Venture Capital”, y se utiliza cuando la empresa ya tiene cierto nivel de desarrollo. Ya no estamos hablando de solamente una idea, sino de algo más. El nivel de riesgo se reduce y la rentabilidad que exigirán los inversores, también.
- Business Ángels.
Muy parecido al “venture Capital”, con el añadido que los socios normalmente si intervienen en la gestión, apoyando y asesorando a los fundadores. Suelen tener un elevado componente tecnológico.
- Private equity (capital privado).
En este caso, la inversión se realiza en empresas en Madrid o donde sea que ya están en una fase de madurez, con un tamaño importante.
Existen varios subtipos en función del destino al que se dediquen los recursos:
- Capital de expansión, capital crecimiento, capital desarrollo, Growth Capital: Cuando un accionista entra con el objetivo de aportar recursos para que la empresa crezca. Suele invertir en minoría.
- Capital de sustitución o “replacement”: El objetivo es sustituir a los anteriores accionistas.
- Capital de reorientación, reestructuración, o también llamado “Turnaround”: Cuando una empresa en crisis está pasando por situaciones complicadas y necesita una restructuración que haga viable su continuidad.
- Compra apalancada o LBO: Cuando una parte importante de la operación se realiza mediante deuda. Suelen exigir flujos de caja muy estables que garanticen el repago de la deuda.
- Financiación mediante recursos ajenos (Financiación mediante deuda bancaria):
En este caso, optamos por financiarnos mediante recursos ajenos, principalmente deuda bancaría
Elegir bien la estructura financiera de nuestra empresa es algo complejo que debe ser realizado por expertos. En PRETIVM le asesoramos cual es la estructura financiera que mas le conviene para financiar su compañía.