La crisis de coronavirus (covid-19) supondrá un antes y un después para muchas empresas, ya que tener tendrán redefinir su estrategia ante los grandes desafíos que se nos van a presentar.

Los hábitos de consumo han cambiado y probablemente también lo harán la forma de relacionarnos, muy diferente a como lo hemos estado haciendo hasta ahora.

La fuerte caída en el consumo provocada por el confinamiento, generará una  profunda recesión a nivel mundial con un impacto directo en las empresas de nuestro país. En poco más de 1 mes, hemos visto que el IBEX ha caído un 40% y esto se produce porque se asume que las expectativas futuras de generación de flujo de caja de las empresas que lo forman, se van a ver seriamente mermadas.

Pero dentro de este contexto no todo son malas noticias. En ocasiones, las crisis sirven para depurar las ineficiencias existentes en ciertos sectores, que en épocas de bonanza, sus cuentas de resultados son capaces de asumir. Sin embargo, en las situaciones de debilidad en la demanda, estas empresas tienen dificultades para competir en un mercado de márgenes menores y de caída en ventas. Aquellas empresas con una base sólida, seguirán operativas y si son capaces de aprovechar las oportunidades del mercado,  pueden salir fortalecidas.

¿Qué ocurrirá con las operaciones de compra venta de empresas?

En las crisis precedentes hemos observado que las operaciones de fusiones y adquisiciones de empresas, se ven mermadas en los años de recesión. El motivo es muy sencillo: Al haber más incertidumbre, se suele ser más cauteloso al llevar a cabo crecimientos inorgánicos. En finanzas, el riesgo es volatilidad y en consecuencia precio. A más volatilidad, menor será el precio que un comprador estará dispuesto a pagar.

Las empresas en sectores con potencial de crecimiento, con modelos de negocio sólidos y que hayan llevado una buena gestión de sus recursos financieros, siguen siendo negocios interesantes.

Sin embargo, la caída en el consumo provocará multitud de quiebras y concursos, con la consiguiente pérdida de empleo. En un intento de desesperación, muchos empresarios intentarán vender sus empresas para evitar el concurso y liquidación. Habrá que estar muy atentos y analizar cada activo, cada empresa, con el objeto de conocer el origen del problema y sus posibles soluciones.

En primer lugar, antes de decidir comprar empresas, deberemos entender su modelo de negocio, a qué se dedica y cuál es su propuesta de valor. Analizar el sector en el que opera es muy importante, pero entender que es lo que la compañía ofrece al mercado lo es aún más.

Si nos convence, deberemos analizar la evolución de sus estados financieros en un periodo de tiempo largo 5, 7 o más años. No solo la cuenta de resultados y balance, sino un estado de flujo de efectivo, para ver de dónde viene el dinero y donde ha ido.

Es posible que el negocio sea viable pero una mala gestión de los recursos financieros de la compañía,  hayan provocado una tensión de liquidez en un momento puntual de fuerte caída en la demanda que haya hecho inviable la continuidad de la empresa, presentado una situación de iliquidez, a veces incluso concursal.

Vender empresas de este tipo se puede presentar como una oportunidad para quien quiera comprar una empresa, pagando un precio muy por debajo de lo que en otro momento debería pagar, por una compañía rentable y un modelo de negocio consolidado. La valoración de empresas supone descontar expectativa futuras, pero también se incorpora en el precio la necesidad de vender rápido, y es ahí donde hay que actual con determinación y rapidez, pero con cautela y sentido común.

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